Liverpool y Chelsea fueron los encargados de dar color al
feudo por excelencia en Inglaterra. Rojo. Azul. Y un mosaico sólo confeccionado
por la presencia de aficionados ataviados con camisetas y bufandas del equipo
propio, del equipo por el cual sienten sensaciones que son capaces de motivar
tiempos para el recuerdo. Tiempos que, en ocasiones, dan sentido pleno a una
existencia efímera.
Pero ello no puede difuminar las carencias ofrecidas por el
Liverpool, si bien causaron (en gran medida) una derrota gestada con dos goles
en contra. El naufragio mayúsculo de la
pareja Spearing-Henderson fue evidente. Ello provocaba que Gerrard jugara en
zona central excesivamente retrasado y Luis Suárez veía su participación de una
forma solitaria. Donde se suponía que debía actuar Gerrard existía un hueco sin
presencia que, obviamente, fue aprovechado por los centrocampistas del Chelsea.
Y esta situación resaltaba sobremanera debido a que Mata, jugador de idéntico
rol al del inglés, permutaba sin ningún tipo de oposición en la zona de ¾ de
campo. Los paralelismos entre ambos eran nulos.
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S. Gerrard al término del partido |
Tras los primeros 45
minutos con este guión, la reacción por parte del conjunto red fue propia a modificar el esquema,
pasando a jugar con un 4.4.2 con Gerrard mediocentro, Henderson en banda
derecha y Bellamy-Suárez arriba. Esto duró lo que tardó Drogba en volver a
aparecer con luz propia, como si los focos se centraran exclusivamente en su
persona. Ya con dos goles de desventaja, la variante implantada se basaba en la
presencia de Carroll, siendo él la referencia. Como era palmario se prescindió
de un mediocentro (Spearing), Gerrard ocupó definitivamente esa parcela y
Suárez se ubicaba donde mejor rinde, inmediatamente después del “9” con la
clara intención de aprovechar y generar espacios. Con libertad plena.
El monólogo pasó a ser
del Liverpool, jugando replegado el Chelsea y estando, por el contrario, a
merced de la inspiración del rival. Kenny Dalglish estuvo muy acertado en la
conferencia de prensa posterior afirmando: “We
were excellent the last half an hour, but a game lasts 90 mins. Chelsea were
better for an hour.” Circunstancia
ésta arriesgada para el Chelsea pero que en las últimas fechas ha dado réditos
óptimos. Tanto que el futuro de Roberto di Matteo ya se asocia con la
continuidad en el cargo y las expectativas cara a la próxima Final de la UEFA
Champions League aumentan por momentos.
La Final de la FA Cup es especial. En verdad es especial la
competición en sí misma. Como Gerrard, ejemplo para todos y para todo. Se
siente como especial porque la cita en Wembley
supone el broche final a meses de partidos en lugares insospechados, con
equipos amaterus incluso y siempre
con esa esencia de fútbol. Limpio y aromático.
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