La
llegada de L. F. Scolari se definía, en su momento matriz, como un
acontecimiento con un claro objetivo: llegar en las mejores
condiciones posibles al Mundial 2014. Sin embargo, en ciertos
sectores de la prensa brasileña la aparición del ya conocido
entrenador de Passo Fundo hacía referencia a una inmediatez en
cuanto a resultados. Se esperaba que el combinado más laureado del
planeta comenzara a cosechar réditos óptimos, dejando en un segundo
(o tercer) plano la manera de realización para su cosecha. Y bajo
ese patrón Brasil se presenta, en Belo Horizonte, como una de las
mejores cuatro selecciones de la presente ConfeCup.
El
4.2.3.1 con dos líneas definidas, la defensa y el ataque, quizás
las importantes; es inamovible para L. F. Scolari. La primera de
ellas es una de las más fiables y potentes del panorama
futbolístico, si bien poseen a dos laterales de corte ofensivo con
una proyección que supera los 40 metros y a un central reclamo de 42
millones de euros previos. Así, el país generador de jugadores
ofensivos por excelencia se coloca en primera posición de exposición
como un conjunto extremadamente fiable en defensa. Su vulneración,
así como su escasa capacidad para conceder, son exponentes de esta
nueva idea implantada. De este pragmatismo predominante.
Los
integrantes en el ataque, definidos de manera previa y con la
variación ya estipulada de antemano, hacen alusión a Hulk, Oscar,
Neymar y Fred. Lucas Moura es el comodín de L. F. Scolari, el hombre
que comienza sus actuaciones individuales una vez superados los 70
minutos de juego. Y, ante ello, ninguna réplica se argumenta como
posible. Es con lo que se lleva actuando desde el comienzo del
proyecto. Ahora bien, para la afición brasileña la presencia de
Hulk resulta un tanto inadecuada.
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"XI" de Brasil |
Primeramente,
tras jugar en tierra patria (Vitória), su existencia era
desconocida. Actuaba en Serie B y no suponía un instrumento
principal en las categorías inferiores de la canarinha.
Su periplo por Japón, extensión de 4 años mediante (2005 –
2008), supuso la erradicación definitiva de su figura en Brasil. En
la sociedad futbolera brasileña. Sin embargo, en FC Porto, Portugal,
cuna de idioma similar, ya en Europa; tuvo lugar la eclosión del
talento con la superioridad física. De la capacidad para
desequilibrar y ser diferencial con la muestra de un cuidado muscular
superfluo. La estancia, de 5 años (2008 – 2012), supuso su gran
escaparate internacional. Su consagración como jugador perfil
selección. Y ya siendo integrante de la misma recorrió kilómetros,
lejos de su lugar de origen, lejos de su paraje idílico.
En
este contexto, y debido al mismo, Lucas Moura es el menino
predilecto de Brasil. Le conocen, ha
sido estrella sin apenas contar una veintena de años y su conexión
con Neymar siempre ha quedado patentada. En las horas previas al
partido más importante de la (segunda) era L. F. Scolari no se
atisban visos de cambio. Con todo lo que eso conlleva.
Porque
en el centro del campo, línea que no se ha mencionado en ningún
momento, no existe la presencia de jugadores adecuados. Lo cierto es
que no necesitan tener confeccionado un centro del campo por el
modelo de juego. La fluidez a lo largo de esa parcela es escasa, si
bien las pautas están confeccionadas de manera clarividente. No
obstante, es la zona donde más probaturas ha realizado L. F. Scolari
y donde más hombres han transitado. La realidad establece que se
necesitan sólo a dos protagonistas. Cifra que, escasa por concepto,
es amplia por su complicación. En esta ConfeCup se ha visto a la
dupla Luiz Gustavo – Paulinho como la inicial. De hecho sólo ha
sido modificada en una cita, la última de la fase de clasificación,
con la misma ya conseguida. Hernanes ha jugado todos los partidos,
partiendo como titular solamente en mencionado evento. Su rol es
semejante al de Lucas Moura y, por tanto, se puede hablar de un total
de 14 jugadores como miembros de confianza de L. F. Scolari en la
presente competición. Jô sería el último de ellos. Y tras la
fulminante actuación de Fred en la faceta goleadora ante Italia no
se esperan modificaciones. Curiosamente ello, la carencia de
expectativa de cambio, es la nota habitual. Es lo que sí se espera.
Para anclar el pragmatismo. Para vivir a través de ello.