En
el fútbol actual, ése que está condicionado por valores de
asociación y conquista de lo anhelado mediante unos planteamientos
atractivos y a partir del balón, la configuración del centro del
campo es decisiva. Sobre todo para según qué combinados cuyas
características pueden desarrollarse con estas ideas de juego. En
esa vertiente se ubica, o al menos está inmersa en el trayecto, una
de las selecciones que más opiniones y atención posee. Bélgica,
confeccionada por la presencia de jugadores pertenecientes a varias
generaciones distintas de camadas de efectivos, suscita interés
desde que comenzara a aunar todos estos recursos altamente
estimulantes. Y siempre, ante la inexistencia de éxitos o
consecución de objetivos marcados, se hacía referencia al
entrenador. A la carencia del mismo por su desempeño y a la
necesidad de uno que fuera capaz de maximizar el potencial de los
noveles y establecer el rendimiento adecuado de los perennes.
La
situación de Bélgica en la fase de clasificación para el próximo
Mundial de Brasil en 2014 es idílica. Más tras la disputa de la
última jornada, ésa que le sitúa líder de su grupo con una
diferencia de tres puntos sobre su principal rival para conseguir la
plaza directa. Porque, año mediante para la disputa de la cita en el
país sudamericano, ya tiene asegurada su presencia en una hipotética
ronda de repesca. Aunque, obviamente, se busca manejar la renta
obtenida. Para culminar lo ansiado. Lo exigible.
Es
común, por las características de varios jugadores del plantel
(término muy sudamericano éste), ver a dos jugadores ensanchando el
campo actuando como extremos. Los que se ubican en estas parcelas lo
son y su juego se identifica con el desborde, la profundidad y la
capacidad para manejar los fuera-dentro según lo demanda el
encuentro. Pero, no exenta de calidad y de activos con la misma,
Bélgica posee jugadores de elevado nivel en varias posiciones. En
ocasiones duplicando el puesto. Ocurre en el centro del campo, ese
terreno del territorio decisivo que determina el planteamiento del
combinado. O al menos la intención existente.
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Triángulo en el centro del campo |
La
formación de triángulos sectorizada con componentes de tres hombres
torna como una faceta ya conocida en los análisis futbolísticos.
Estos, los primeros, se dan por la interacción que efectúan varios
jugadores en una misma zona de actuación. Se divide la totalidad del
campo en tres vertientes principales: dos para cada banda y una
central. En esta última, y haciendo referencia a la pareja
Witsel-Fellaini, se engloban los referidos y Chadli. Por supuesto, no
ha lugar a dudas, los protagonistas varían en función del contexto
de cada cita. La razón, evidente. Ya expresada: “Bélgica posee
jugadores de elevado nivel en varias posiciones.”
La
funcionalidad de estos tres hombres se vio, en todo momento, sujeta
al triángulo de actuación. Si en las técnicas de iluminación para
grabación audiovisual se establece el “triángulo básico de
iluminación” como condicionante invariable para su correcta
realización, en la ejecución de la idea futbolística los
triángulos que se dibujan obtienen una función similarmente
relevante. Así, mientras uno de los dos componentes del doble pivote
adelantaba metros para realizar presión sobre la salida de balón
rival, el mediapunta (Chadli) se colocaba junto al centrocampista
oponente para erradicarle como opción de pase y apoyo. Mientras, el
otro centrocampista del doble pivote taponaba las parcelas que
pudieran habitar los jugadores del sector donde transcurría la
acción.
Volcado
el juego sobre un sector, y con doble marca individual y una zonal,
el triángulo se erigía como un sustento fundamental. El único
recurso para el equipo rival consistía en el retroceso del
mediapunta o delantero para intentar configurarse como un apoyo en la
salida. Bélgica, consciente de tal variante, habilitaba la toma de
decisión racional e individual del defensa central correspondiente.
De acompañar esta merma de metros (subida para el defensa central)
las parejas se mantenían. En este contexto sólo dos condicionantes
habilitarían la fluidez en el juego del contrincante. A saber: 1)
Error de algún jugador de Bélgica en la marca. 2) Recurso a
definirse como diferencial de algún jugador rival que supere
líneas de presión y habilite espacios.
Y
ante esto último no se concibe herramienta óptima para su
disminución. Porque se escapa de lo táctico. Por intangible e
inesperado. Por especial.
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