Velocidad en la circulación.
La Final de la Eurocopa se basó en esta circunstancia del juego. Es tan
sencillo reducir 90 minutos de juego a un factor como evidente se postuló en el
terreno de juego. Los primeros 18 minutos de partido fueron de tal
perfección que no se recuerda una actuación tan primorosa desde hace años en
este combinado. Y eso, teniendo en cuenta el nivel medio de los partidos que
realizan, es bastante destacable. Siempre se dice que en partidos señalados los
minutos iniciales de cada parte son determinantes, que la concentración en esos
momentos debe ser máxima y que el devenir del partido se empieza a definir
según el rendimiento mostrado en esas fases. Lo cierto es que España fue
superior en esos minutajes y, finalmente, en la totalidad del partido.
La presión tras pérdida de
balón ha sido un condicionante diferencial
en el juego del FC Barcelona con J. Guardiola en el banquillo. La
intensidad de los jugadores ofensivos de España fue tal que la marca de Xavi
sobre Pirlo en área rival supone la ejemplificación más clarividente de que
todo parecía estar estudiado con mimo. Porque al abandonar Pirlo áreas de
acción en territorio propio para ser la primera pieza en la salida de balón, X.
Alonso realizaba la misma actividad defensiva adelantada que Xavi, siendo un
constante contratiempo para el jugador italiano su participación en el juego de
Italia. Desactivada la principal arma italiana, una que hasta el momento no había
aparecido como se esperaba hacía su presentación en sociedad.
Xavi, tan criticado como
esperado, era consciente de que su incidencia en los partidos no era ni la
adecuada ni la exigible. Así lo expresó él en rueda de prensa y con esa idea
afrontó una cita cargada de responsabilidades. Cuando se inició el periplo de
esta España, con Luis Aragonés en el cargo de máximo responsable táctico, Xavi
pasó a ser una referencia absoluta. Para sus compañeros y para entender el
estilo de juego que se estaba implantando. Y desde ese momento su nivel no ha
hecho más que seguir una línea ascendente tanto en su equipo como en la
selección. Probablemente por eso su ausencia sea algo que el entorno español
quiere dilatar en el tiempo y, seguramente, por eso su paso por esta Eurocopa
ha sido tan analizado. Esos análisis definían como negativo su rendimiento.
Hasta la Final.
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Jugadores de España celebrando la victoria |
En un partido contra un
equipo que expone, que argumenta y que no especula, tanto Xavi como España
jugaron con espacios, cómodos en la zona central del campo y liberados por sus
continuas combinaciones y acciones comunes a su juego. Esto fue algo que no
ocurrió en el partido de la fase de grupos porque Italia reaccionó, de inicio,
ante ello. Ese famoso 3.5.2 con De Rossi como líbero evidenció que España no era vertical, profunda. Pero se
debía a la falta de espacios, no a la falta de un jugador referencia en el área
contraria. Habidas los zonas de acción todo se incrementa. Y ante ello los
cuatro centrocampistas italianos no fueron suficientes.
Entre otras cosas porque
contar con un jugador de las características de X. Alonso es una bendición. Más
si se atiende al estilo de juego que se despliega. Desubicado en relación a la posición
de origen en su equipo, X. Alonso supo interpretar varios roles. A saber: 1)
Generador de primera fase de creación de juego. 2) Posibilitador de descarga de
juego con balones aéreos a banda contraria. 3) Defensa como jugador adelantado
sobre Pirlo en flanco izquierdo del campo. 4) Primera opción de apoyo a
centrales en fase ofensiva en campo propio. Ha sido protagonista, en muchas
ocasiones, sobre el debate de jugar con él y Busquets o no hacerlo. Pero
admitida tal confrontación de ideas, por primera vez se ha visto cómodo a X.
Alonso jugando al lado de Busquets. Sus posiciones paralelos se han ido
modificando continuamente hasta tal punto de ser él mismo el mediocentro.
Esa movilidad entre ambos, a lo largo de todo el torneo, ha resultado por ser
positiva.
Cuando se supo la no
comparecencia oficial de David Villa en este campeonato una circunstancia se
tornaba como peligrosa de inmediato: la anchura del campo. Sabido es por toda
la opinión pública que España juega sin extremos puros, siendo Iniesta y Silva
los jugadores que parten de tal demarcación pero hacia zonas centrales, dejando
esos huecos habilitados para la subida de los laterales. Y uno de ellos ha
destacado por encima del resto. Jordi Alba, figura tan secundaria como
silenciosa, ha realizado un torneo que, entre otras cosas, le ha valido para
fichar por el FC Barcelona. Es lógico plantear un debate sobre si él o F.
Coentrao han sido el mejor lateral izquierdo de la Eurocopa, pero la balanza
parece decantarse para el español por su actuación en la Final. Es donde se
marcan las diferencias y donde las comparaciones terminan por definirse. La
jugada de su gol, que no su gol, es un claro ejemplo de lo que aporta este
jugador a España. Velocidad, desmarque y continuos apoyos. Tan sencillo como
requisito primordial en un lateral. Pero no por ello deja de ser sorprendente
vislumbrar su nivel. Y algo tan rudimentario como levantar la cabeza antes de
centrar al llegar a línea de fondo él lo realiza en la mayoría de las
ocasiones. Insisto, es rudimentario, pero no común.
Ahora, sin ninguna duda, sí
se puede y se debe afirmar que esta selección de España, que este grupo de
jugadores han hecho historia. Una frase tan manida como usada, pero evidente
para tal situación. Han conseguido una efemérides nunca antes lograda. Y ya no
es ganar tres títulos a nivel de selecciones de manera consecutiva, sino
provocar en la opinión pública de todo el mundo una sensación unánime de
superioridad y gusto por el juego. Las comparaciones con otros grandes
combinados van a ser constantes. Quizás innecesarias e inadecuadas, pero
constantes. En lo que nadie va a poder situar al mismo nivel con esta selección
es en lo referente a la delicadeza con un balón. El objeto con el que se
practica este deporte se mima hasta niveles insospechados. Se cuida y se
retiene. Porque ésa es la cuestión, defender con la pelota. Tanto en 2008 como
en 2010 y en 2012. Una idea perenne. Un juego atemporal.
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