Super
Sunday. Another one. Y con
sendos partidos decidiendo las aspiraciones de cada protagonista para
clasificarse a competiciones europeas. Aquéllas que todos anhelan al
inicio de la temporada y ésas que cuadran tantas tablas de
resultados económicos. En Inglaterra la batalla por ocupar cuatro
puestos supera a la terna que se presenta y, por extensión, ocurre
lo mismo por los cinco primeros. Quizás se deba al nivel. Quizás a
la amplia gama de variantes en la paleta futbolística. Pero lo
cierto es que ese another one tilda
estas jornadas de especiales. Sin ser únicas.
La
reaparición de G. Bale se producía en White Hart Lane.
Tras ver cómo su equipo quedaba
eliminado, en su ausencia, de la UEFA Europa League y con la
necesidad imperiosa de conseguir una victoria ante la escuadra de
Roberto Mancini. El margen de error, llegado Abril, es mínimo, casi
inexistente, y las cuentas siempre se realizan contabilizando los
partidos propios como victorias. Aunque la empresa sea compleja. Como
en esta ocasión. El Tottenham
de
André Villas-Boas no hace distinciones entre lo inesperado y lo
inalcanzable. Hasta que no se produzca tal definición, lo realizable
es elogiable. Y adecuado.
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Posición Barry - Y. Touré |
Como
ya ocurriera en la SemiFinal de FA Cup, Y. Touré actuó unos metros
retrasado respecto a G. Barry. No excesivos pero sí visibles en
varios momentos del partido. Es necesario matizar que no fue una
tónica perenne en la totalidad del partido pero la visualización de
tal hecho se torna como diferente a la expresada en anteriores
campañas. Si en esas referidas el africano fue elogiado hasta
niveles máximos por su rendimiento cerca del área rival, lo que se
está presenciando dista en exceso. Normalmente el jugador que poseía
el balón era el encargado de aumentar su posición, si bien ninguno
de los dos llegó a interactuar en posiciones de ¾ rival. Sea como
fuere la opción de utilizar a Y. Touré en el centro del campo se
está manteniendo. Incluso contando con Javier García en el
banquillo y Silva lesionado.
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G. Bale al espacio |
En
un partido donde no estaba actuando en demasía Bale inicia y culmina
siete minutos de máxima categoría. Habitando, curiosamente, en
banda derecha. Aunque su posición de inicio fue la mediapunta,
entrada la segunda parte comenzó a mover su ubicación hasta
permutar por mencionada banda. Y ahí primero supo aprovechar las
superioridades generadas con las subidas de K. Walker para asistir y
los espacios que se generaban tras recuperación a la espalda de
Clichy para anotar. Dos acciones que fueron diferenciales en un
contexto que no era favorable. Pero el galés lo volvió a hacer. Y
con su vuelta al terreno de juego la sensación de grandeza aumenta.
Acaso aparece. Manchester City ha sido consciente de ello.
Como
si fueran conscientes de que el espectáculo ofrecido en el primer
periodo no había sido el adecuado, ni el esperado, ni siquiera el
permitido; la salida del vestuario de ambos conjuntos fue tan
explosiva como estimulante. Por lo que suponía y lo que dejaba
entrever que iba a acontecer. Así, el Liverpool tuvo como
máximo exponente principal a Sturridge, recién incorporado a la
contienda. Su participación junto a Luis Suárez se hizo con los dos
jugadores en el centro del ataque, compartiendo horizontal y
conjuntándose en desmarques y movimientos.
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Espacios segunda línea |
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Espacios entre defensas |
Suárez
no es "9". Ni "10". Pero interactúa como ambos.
Quizás razón matriz. Daniel no es "9". Ni extremo. Pero
permuta. Complementariamente. Y la mejoría de los locales tuvo mucho
que ver con estas puntualizaciones. Si bien es cierto que el Chelsea
no argumentó en exceso en fase ofensiva, lo llamativo fue
visualizar cómo aprovechaba dos jugadas a balón parado para
situarse por delante en el marcador. Más allá de eso, nulidad. De
hecho su actuación defensiva en el segundo tiempo tuvo varios
momentos contraproducentes. Por lo que supusieron y lo que permitían.
Dos
goles se debieron, en gran medida, a los espacios concedidos entre
los centrales. Ahí tanto Sturridge como L. Suárez supieron sacar
beneficio máximo para su equipo. Pero la productividad pudo ser
mayor porque, en clara relación con ello, la llegada desde segunda
línea también se veía autorizada. Obi Mikel y Ramires se
encargaban de defender en área propia cuando la llegada del
Liverpool se producía en número y la descoordinación habilitaba
espacios. Ese síntoma de trato defectuoso acabó costando una
victoria vital para la lucha por las plazas en la máxima competición
europea. La capacidad para dominar un partido sin ofrecer y sin
sufrir se vio por parte del Chelsea en los primeros 45 minutos. No
enough.
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