Visitar
el Artemio Franchi nunca es una tarea fácil. Máxime si se
expone la temporada de los locales como gustosa y su hacer en feudo
propio como adecuado. Porque el AC Milan es
uno de los mejores equipos italianos en el presente año. De no
producirse tal situación, la radicalización sería opuesta. Con
todo lo que eso conlleva. Y a partir de ello, que no así, se
plantaba el conjunto de M. Allegri para encarar el primero de los
tres encuentros de elevada exigencia que afronta. De manera
consecutiva. Con la (ansiada) plaza de UEFA Champions League en
juego.
De
inicio la presión de Montolivo fue llamativa y elevada. Muy elevada.
Tanto que su función en campo propio era marcar a Pizarro, el
mediocentro posicional rival. El jugador del equipo contrario que se
coloca en la misma posición que el italiano. Los metros que debía
transitar eran bastante amplios y el desequilibrio en la zona central
se producía, por tanto, con cada acción defensiva por marcaje
individual. Pero, de forma directa, surtió efecto sobre la actuación
de la Fiorentina. Sobre
el devenir del partido, finalmente. Es evidente que lo positivo de
tal decisión se centra en la recuperación del protagonista sobre
Pizarro y el posterior gol, pero más importante para la totalidad
del partido fue el continuo problema sistemático (y sintomático)
que esto acarreaba.
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Presión Montolivo |
El
recurso del balón aéreo con los centrales del equipo local como
autores se tornó como un recurso recurrente. Y en un contexto donde
el conglomerado se define por un toque de balón continuo, metódico
y variable; las consecuencias no se sitúan en una concepción
optimista. Ni Aquilani ni Borja Valero eran protagonistas con y sin
el balón. Realmente pocas situaciones pueden ser más dañinas para
el conjunto de Montella que la expuesta, puesto que se enhebra con
otra igual de contraproducente: la falta de un delantero referencia.
Fue una constante ver la movilidad de Jovetic y Ljajic en ¾ de
campo, buscando la espalda de los centrocampistas rivales, sin un
éxito mayor.
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ACM en campo propio |
No
obstante, influenciado por la merma intelectual del juego de Flamini,
la presión alta de Montolivo y la carencia de presencia de Muntari;
el Milan jugó gran parte del encuentro con la totalidad de sus
jugadores en campo propio. De hecho, incluso, la falta de coberturas
y marcajes cercanos provocó que los espacios cerca del área propia
se habilitaran para los rivales. Los tres hombres ofensivos, a pesar
de ubicarse en campo propio, no realizaban una presión que pudiera
considerarse como efectiva y el flujo de jugadores de la Fiorentina
trataba de generar ocasiones de gol a través de los desajustes
defensivos rivales.
Jugando
con diez hombres la Fiorentina firmó una de las reacciones más
llamativas y estimulantes (para el espectador aficionado) que se
recuerdan. Porque la situación se había ampliado negativamente y
porque la única opción real de actuación residía en lo ocurrido.
Esto es: transiciones rápidas a área rival minimizando las
combinaciones con la finalidad de explotar las carencias defensivas.
Y en dos situaciones de marca individual, y consiguiente error, el
cuadro de Firenze mantuvo las distancias con su principal rival.
Existiendo las citas v Napoli y at Juventus para AC Milan lo ocurrido
puede resultar decisivo. O simplemente esclarecedor.
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