sábado, 8 de junio de 2013

El aporte del triángulo


En el fútbol actual, ése que está condicionado por valores de asociación y conquista de lo anhelado mediante unos planteamientos atractivos y a partir del balón, la configuración del centro del campo es decisiva. Sobre todo para según qué combinados cuyas características pueden desarrollarse con estas ideas de juego. En esa vertiente se ubica, o al menos está inmersa en el trayecto, una de las selecciones que más opiniones y atención posee. Bélgica, confeccionada por la presencia de jugadores pertenecientes a varias generaciones distintas de camadas de efectivos, suscita interés desde que comenzara a aunar todos estos recursos altamente estimulantes. Y siempre, ante la inexistencia de éxitos o consecución de objetivos marcados, se hacía referencia al entrenador. A la carencia del mismo por su desempeño y a la necesidad de uno que fuera capaz de maximizar el potencial de los noveles y establecer el rendimiento adecuado de los perennes.

La situación de Bélgica en la fase de clasificación para el próximo Mundial de Brasil en 2014 es idílica. Más tras la disputa de la última jornada, ésa que le sitúa líder de su grupo con una diferencia de tres puntos sobre su principal rival para conseguir la plaza directa. Porque, año mediante para la disputa de la cita en el país sudamericano, ya tiene asegurada su presencia en una hipotética ronda de repesca. Aunque, obviamente, se busca manejar la renta obtenida. Para culminar lo ansiado. Lo exigible.

Es común, por las características de varios jugadores del plantel (término muy sudamericano éste), ver a dos jugadores ensanchando el campo actuando como extremos. Los que se ubican en estas parcelas lo son y su juego se identifica con el desborde, la profundidad y la capacidad para manejar los fuera-dentro según lo demanda el encuentro. Pero, no exenta de calidad y de activos con la misma, Bélgica posee jugadores de elevado nivel en varias posiciones. En ocasiones duplicando el puesto. Ocurre en el centro del campo, ese terreno del territorio decisivo que determina el planteamiento del combinado. O al menos la intención existente.

Triángulo en el centro del campo

La formación de triángulos sectorizada con componentes de tres hombres torna como una faceta ya conocida en los análisis futbolísticos. Estos, los primeros, se dan por la interacción que efectúan varios jugadores en una misma zona de actuación. Se divide la totalidad del campo en tres vertientes principales: dos para cada banda y una central. En esta última, y haciendo referencia a la pareja Witsel-Fellaini, se engloban los referidos y Chadli. Por supuesto, no ha lugar a dudas, los protagonistas varían en función del contexto de cada cita. La razón, evidente. Ya expresada: “Bélgica posee jugadores de elevado nivel en varias posiciones.”

La funcionalidad de estos tres hombres se vio, en todo momento, sujeta al triángulo de actuación. Si en las técnicas de iluminación para grabación audiovisual se establece el “triángulo básico de iluminación” como condicionante invariable para su correcta realización, en la ejecución de la idea futbolística los triángulos que se dibujan obtienen una función similarmente relevante. Así, mientras uno de los dos componentes del doble pivote adelantaba metros para realizar presión sobre la salida de balón rival, el mediapunta (Chadli) se colocaba junto al centrocampista oponente para erradicarle como opción de pase y apoyo. Mientras, el otro centrocampista del doble pivote taponaba las parcelas que pudieran habitar los jugadores del sector donde transcurría la acción.

Volcado el juego sobre un sector, y con doble marca individual y una zonal, el triángulo se erigía como un sustento fundamental. El único recurso para el equipo rival consistía en el retroceso del mediapunta o delantero para intentar configurarse como un apoyo en la salida. Bélgica, consciente de tal variante, habilitaba la toma de decisión racional e individual del defensa central correspondiente. De acompañar esta merma de metros (subida para el defensa central) las parejas se mantenían. En este contexto sólo dos condicionantes habilitarían la fluidez en el juego del contrincante. A saber: 1) Error de algún jugador de Bélgica en la marca. 2) Recurso a definirse como diferencial de algún jugador rival que supere líneas de presión y habilite espacios.

Y ante esto último no se concibe herramienta óptima para su disminución. Porque se escapa de lo táctico. Por intangible e inesperado. Por especial.

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