lunes, 8 de abril de 2013

About the weekend


Dos equipos que aún tienen que definir sus posiciones finales, si disputarán competición europea el próximo año o no y, en caso de producirse, cuál será; se medían en un duelo que servía para dar respuesta a varias de estas incógnitas. Tanto Tottenham como Everton debían comparecer sin la presencia de sus mejores futbolistas (Bale y Fellaini, respectivamente) por lo que, sin ninguna duda, las dudas acerca del rendimiento de ambos en un partido de máxima exigencia eran máximas. Y es que lo cierto establece que la dependencia en las últimas fechas sobre el primero y la incidencia en el juego del colectivo del segundo son capitales para entender la actuación en la presente campaña de ambas entidades.

Formación Tottenham

André Villas-Boas optó por juntar a todos los jugadores de corte combinativo que tiene en su plantilla en ¾ de campo rival. Así, Dempsey y Sigurdsson partían desde banda pero no jugaban continuamente en esa parcela. Holtby, mientras, se situaba inmediatamente después de Adebayor, jugando por primera vez desde hace varias citas en su demarcación idónea: en la mediapunta. Pero lo realmente llamativo fue ver cómo Dembélé presionaba en situaciones muy elevadas y la distancia respecto a Parker se incrementaba de manera considerable. El principal riesgo de tal acción residía en que si su presión no era efectiva y se superaba la zona central sólo iba a estar ocupada por un activo del Tottenham, aportando ello beneficios al rival.

Presión Dembélé

Y el Everton, reconocible con su característico 4.4.2, no varió la idea que ha mostrado en varios partidos ante rivales de máxima entidad. Ésta es: repliegue defensivo, solidez en la misma faceta y maximización de transiciones rápidas. En ese contexto volvió a destacar Mirallas, por su elaboración y posterior ejecución. Pero para un equipo que se va a jugar en las próximas citas su participación en Europa se antoja un tanto escaso. Como contraproducente el hecho de que el joven activo Barkley actuase en la banda derecha porque la interacción en su demarcación fetiche, la mediapunta, no existe al ser invariable lo matizado: “característico 4.4.2”.


Calendario inmediato del Tottenham: v ManCity, at Wigan, v Southampton, at Stoke City, v Sunderland, at Chelsea (PSTP).

Calendario inmediato del Everton: v QPR, at Arsenal, at Sunderland, v Fulham, at Liverpool, v WHU, at Chelsea.



Visitar el Artemio Franchi nunca es una tarea fácil. Máxime si se expone la temporada de los locales como gustosa y su hacer en feudo propio como adecuado. Porque el AC Milan es uno de los mejores equipos italianos en el presente año. De no producirse tal situación, la radicalización sería opuesta. Con todo lo que eso conlleva. Y a partir de ello, que no así, se plantaba el conjunto de M. Allegri para encarar el primero de los tres encuentros de elevada exigencia que afronta. De manera consecutiva. Con la (ansiada) plaza de UEFA Champions League en juego.

Continuar leyendo aquí.



El duelo entre los dos equipos de Manchester se presentaba con la carencia de un aliciente capital. Con la ausencia de un ingrediente diferencial. Y el producto, aunque mínimamente, se resentía. No obstante, para definir el sabor final se debía testar, quizás degustar, para finalmente juzgar. Y en esa situación reinante el contexto torna como presente. Porque no se puede entender el desarrollo de la Premier League sin contextualizar todo lo ocurrido en la última década. Por necesario e ilustrador.

Continuar leyendo aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario