jueves, 8 de marzo de 2012

Sensaciones. Emociones.


Cuando un equipo consigue que gente externa a sus colores se identifique y se sienta orgullosa de lo que plantea en un terreno de juego lo de menos son los resultados cosechados. Provocan la principal característica que emana el fútbol: emoción. Todo versa sobre las emociones. E insisto: si son generadas por un colectivo que no se define como equipo propio el mérito es exponencialmente más significativo.

El Athletic actual es la viva imagen de lo planteado. Son varios los motivos y varias las causas que lo hacen realidad. Bielsa, idolatrado y despreciado por partes iguales, está obteniendo sus mayores réditos como entrenador. Quizás la mayor sensación de realización personal. Y eso lo transmite. A su manera, pero lo transmite. Si le sumamos que la plantilla está confeccionada por profesionales de 23 años (media de edad del equipo), por amigos en definitiva, todo estalla en una infinidad de virtudes. Tanto humanas como futbolísticas. Esa naturalidad, pues, interactúa con los aficionados. No del propio club vasco, sino del fútbol.

La puesta en escena en Old Trafford, in the Theatre of Dreams (como versa en la grada de Manchester), es inmejorable. Romántica y superlativa. Pocas veces tal perfección se puede sustentar en la sencillez. Paradójico. Pero es el escenario reinante. Son impresiones, sacudidas emocionales. Realmente, el fútbol es eso. Y esta noche gente de diferentes razas, etnias y afinidades han disfrutado, han vivido, han gozado. Sólo podemos dar las gracias por ello. Y saborearlo.

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