viernes, 24 de septiembre de 2010

The origins of…


Junio de 2004. José Mário dos Santos Mourinho Félix: “Por favor, no me llamen arrogante, pero soy campeón europeo y pienso que soy un tipo especial.” Comienza el fin del litigio londinense.
Cuando se entra a formar parte de un gran club de fútbol como entrenador de la primera plantilla cada día que pasa uno se encuentra más cerca de su despido, de su final. De la mano de su inseparable director de preparación física Rui Faria y tras firmar un sorprendente contrato a razón de £4.2 millones al año, Mourinho aterriza en Londres dos días después de proclamarse campeón de la máxima competición europea: UEFA Champions League. Tras dos años continuos de éxitos y títulos con el Oporto, el escaparate internacional cuenta con una adquisición poco equiparable a un maniquí.
Año I era Mourinho. Temporada 2004/2005. El dinero no es un problema, constatando dicha afirmación los fichajes de Tiago Mendes (£10 millones) procedente del Benfica, Didier Drogba (£24 millones) del Olympique Marsella, Mateja Kezman (£5.4 millones) del PSV Eindhoven y del FC Porto Ricardo Carvalho (£19.8 millones) y Paulo Ferreira (£13.3 millones). Existiendo expectativas máximas en torno al nuevo combinado londinense y tratándose de un año conmemorativo del centenario del club la consecución de una Premier League tras 50 años de sequía y una Carling Cup auguran un gran futuro para el nuevo Chelsea. Sin embargo, la eliminación en semifinales a manos del Liverpool tras un gol polémico instala en la ribera “blue” una sensación agridulce al no conquistar el título más preciado. En lo referente al aspecto deportivo, la organización y la atribución de velocidad y ritmo fueron novedades implantadas por el entrenador considerado como resultadista y poco innovador, no existiendo ante ello ninguna discrepancia por parte del público. La grada le quiere, su equipo le adora.

Año II era Mourinho. Temporada 2005/2006. Cuarto título consecutivo en Liga para José y bicampeonato en dos años en Premier League. Su imagen no es ya ninguna novedad, sus métodos de trabajo están a disposición de estudios y la conexión con la afición es tal que claman ante cualquier presencia pública del ídolo futbolístico londinense. Ante el asombro de muchos, y siendo una anécdota tildada por muchos de arrogante, el portugués lanza su medalla conmemorativa hacia el público. La organización de la ceremonia, elegante y conciliadora, otorga una segunda para el recuerdo del mismo. El destino es idéntico a la primera: la afición. En palabras de José, todo radica en que eran idénticas a las del año pasado y su deseo era compartirla con su público. Otro año más, la UEFA Champions League vuela lejos de Londres.
Año III era Mourinho. Temporada 2006/2007. Roman Abramovich y Frank Arnesen se erigen como los principales enemigos íntimos de un José venerado y santificado por partes iguales. Ante las constantes sugerencias de ruptura definida en forma de una posible salida del técnico portugués una rueda de prensa del mismo se establece como el escenario ideal para zanjar todos los rumores: “o no me renuevan el contrato a final de 2010 o me despiden”. Ante todo ello, su fútbol de contraataque y ligereza le otorgan otra Carling Cup y una FA Cup, mas la Premier League ya no es “blue”.
Tras un verano movido y lleno de discrepancias, sabedor de su fuerte posición en el banquillo y del carisma que posee por parte de su plantilla y la afición, el año IV de la era Mourinho no se caracteriza por ser perfecto.
Temporada 2007/2008. 64 partidos invictos en Stamford Bridge, record absoluto de imbatibilidad. No obstante, tras encadenar tres malos resultados seguidos y encontrándose en pleno clímax las desavenencias con Roman debido a los fichajes de Ballack y Shevchenko, la salida del idolatrado José Mourinho se produce. El 20 de septiembre de 2007, tras “mutuo consentimiento”, el ciclo triunfador se cierra para siempre. Con seis títulos en tres años, con su equipo invicto en feudo local y con los seguidores del Chelsea mostrando su discrepancia ante tal acontecimiento se marcha el portugués que fue capaz de batir registros insospechados, de cambiar la historia contemporánea de un club y de mandar callar a una afición como la “Red”.
Y es que, un hombre que establece: "Miren mi corte de pelo. ¡Estoy listo para la guerra!" no es indiferente para nadie. Ni siquiera para su ego. Un sentimiento, un recuerdo, una evocación. Como establecieron periodistas y aficionados: “José Mourinho, simply the best: The Special One”.

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