sábado, 4 de septiembre de 2010

¿Por qué Mourinho llora tanto?


Ya en la pasada pretemporada, y tras la inoportuna e inesperada lesión de Kaká, pudimos vislumbrar a un Mourinho sereno y decidido a no llorar por las ausencias de un combinado que con el paso de los días siguió mermando a causa de diversas lesiones. Mas una vez empezada la Liga BBVA, y tras haber realizado el primer “fracaso” en cuanto a resultado se refiere, los lamentos y los ruegos aparecen. Quejándose abiertamente de que a su estrella y compatriota Cristiano Ronaldo le dan muchas patadas se abrió la veda para los continuos lamentos y excusas de cara a situaciones que no sean del todo favorables. Con una estimación de tres semanas en recuperación y de baja para el combinado madridista se realzan las dudas sobre la independencia hacia el jugador más caro de la historia del fútbol.

Bien es cierto que varios jugadores y “gente de fútbol” que han tenido el placer de trabajar con Mourinho afirman que es un ganador nato y que lo ha demostrado allá donde ha ido. Por ello resulta tan chocante que se excuse en el juego violeto de los rivales. Ya la temporada pasada Pep Guardiola también incidió sobre este tema en referencia a su pupilo Messi en varias ruedas de prensa, pero para ambos las formas y los ruegos son equivocados. Sí hay que castigar duramente las intervenciones violentas y sin ánimo de disputa de balón, pero de ahí a rezar porque protejan a las estrellas de un equipo en beneficio propio dista la serenidad y la cordura hacia lo que tiene que perdurar como exigible: “fair play”.
Con todo y con ello, en varias entrevistas concedidas por el mismo técnico luso se vislumbran oraciones y mensajes dedicados hacia una nueva era madridista, hacia un nuevo rumbo de éxito, hacia nuevas conquistas futbolísticas. Ningún síntoma de prepotencia persiste en mencionadas declaraciones, mas con lamentos y lloros no se consiguen recompensas a cambios de filosofía, estilo y condición. Mucho trabajo le queda a José en este Real Madrid 2.0 de Florentino Pérez. Si el camino a seguir para remontar el vuelo son las excusas y los dardos dialécticos, más de uno en Barcelona se estará frotando las manos.

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