jueves, 2 de septiembre de 2010

La figura de Pep Guardiola


Convertido ya en un símbolo, Pep Guardiola no sólo tiene que lidiar con una plantilla de profesionales exigidos a dar el máximo en cada jornada, su labor se ha visto aumentada al ser el responsable de que toda una afición internacional mantenga una sonrisa todos los lunes: de la tierra a la leyenda.
México, Lillo, fútbol amateur… Varios son los factores y diversas son las experiencias vividas que conglomeran en una obra futbolística asemejada por momentos a la más grandiosa de las ya existentes. Su raza de ganador, su ansia de vencer y su aura de intocable no le son inherentes a una figura idealizada a la perfección rozando límites insospechados de consideración afectiva y emotiva, las cuales extralimitan los aspectos puramente deportivos para ocasionar estados de ánimo, virtudes existenciales, ganas de seguir. Lo que años atrás comenzó como una andadura estrictamente placentera y de fogueo se convirtió en el principio de algo inaudito hasta para los más optimistas. Nadie se marcó la meta en llegar a ser entrenador del primer equipo de uno de los clubes más grandes del mundo, nadie osó a aventurar un cambio de ciclo registrado en los libros de historia del fútbol.
Por todos en bien sabido la filosofía, la metodología y la psicología inversa utilizada por un Pep Guardiola que todo lo quiere controlar y nada deja al azar. Mas su aura, su figura mediática y lo que supone para tanta gente en Can Barça es comparable a mitos reinantes como Johan Cruyff. Nunca se ha considerado tan vanidoso como para autoproclamarse el inventor de este FC Barcelona 2.0, pero sí sabe que en él reside gran parte de la culpa de este éxito que no parece atragantarse sino continuar. Rodeado de gente de confianza, de un cuerpo técnico estable en posiciones y preparado individualmente (véase el caso de Unzué), su figura se hace cada vez más grande, proporcionando sombra a los más desfavorecidos y otorgando píldoras de felicidad a gente que, por instantes, se olvida y aísla de todo lo negativo para presenciar una jugada, un gol, un resultado, un partido que poder recordar a sus primogénitos venideros.
Prueba de todo ello se vislumbra en situaciones vividas como el respaldo unánime al técnico en los casos Eto’o y Zlatan, en alusiones referidas a Mino Raiola o en hechos acaecidos en las pasadas elecciones electorales a la presidencia, dándose el caso de que nadie otorgaba ninguna duda en referencia al aspecto deportivo encabezado por el mismo Pep. Quizás ni él mismo tuviera retazos de lo conseguido. Sería lógico pensar por una parte que el éxito ha llegado sin avisar, sin esperarse y sin mucho menos ansiarlo. Aún así, lo real es que nunca antes se había vivido con esa sensación de tranquilidad y confianza sobre un hombre materializado a algo divino, casi inhumano capaz de decidir sobre el bien y el mal de una entidad que aflora como nunca antes se había producido.
Habiendo dado comienzo a la tercera temporada a manos de Guardiola, muchos ansían por saber si la continuación del éxitos se producirá y estemos ante una era gloriosa tanto de un club de fútbol como de una persona que, vaya a donde vaya, obtendrá galones de patrón para reservar a los marineros toda la gloria futbolística imaginable.

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